martes, 17 de abril de 2007

El Burrito Magico



Había una vez, en un bosque lejano, donde se situaba el país de las Hadas, que nadie sabe exactamente donde está, un burrito muy especial extraviado. En una noche nublada se lo encontró un granjero, que dio muchas gracias al cielo por habérselo encontrado, pues le hacía mucha falta. Lo recogió, le dio de comer, le cepillo bien y descansó en su establo.



A la mañana siguiente, su dueño lo iba pasando orgulloso por el pueblo, ya que era una gran ayuda para él y un gran regalo que le había concedido el cielo, y todos le miraban felicitándole por la suerte que había tenido. Miraban al dueño, y miraban al burro y uno a uno pensaban lo que podían conseguir teniendo un burro así.



Y cada uno pensó en lo que necesitaban: - Unos mayor ayuda para labrar su tierra. –Otros, en una lavadora, si lo vendían. Los niños lo veían como un amigo de juegos.
Lo que no sabían es que este burrito era especial y es que concedía deseos a quien lo mirara. Y todos aquellos, que por un memento soñaron y desearon en su presencia, ya se les estaba cumpliendo.



El labrador se encontró con ayuda para arar la tierra. Otros con su lavadora. Y los niños se encontraron con que venía el circo y la feria, y vinieron amigos y familiares de otros pueblos vecinos y de la ciudad. Y el pueblo se animó mucho y dieron gracias al cielo y a la providencia.




Todos estaban muy contentos, menos el burrito, que se sentía, alegre y triste a la vez, por que sabía que pronto se tendría que ir. Una noche con niebla igual de intensa de aquella noche que nuestro burrito apareció en el bosque, este desapareció, pero regaló a su dueño dos bueyes, por haber sido tan bueno con él y se fue a repartir sueños a otros lugares donde hacía falta. Y por donde pasaba iba dando felicidad y ternura.


Xela

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